26 may 2005

Perro

Calculé que si el semáforo se volvía rojo, aquel can callejero iba a quedar en problemas en plena Alameda. Pero en cambio fui yo el aproblemado que en medio de bocinazos y el cambio de luces de algún conductor fiel a la consigna “apúrate o muere” se vio forzado a correr para llegar a la cuneta más próxima.

Y luego me quedé mirando a ese perro mestizo sin hogar, ese quiltro de centro, negro, grandote, bonachón, que exhibía más cultura urbana que los propios transeúntes, esperando, paciente, la luz verde peatonal.

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