14 may 2008

No, gracias

"No, gracias", le dije y seguí caminando como si nada, pero me siguió, hasta acá mismo, hasta la puerta de mi casa y volvía a insistir mientras yo sacaba la llave para abrir.

Me vi en la obligación de repetir mi frase, pero con mayor énfasis y mirando fíjamente sus ojos, casi de modo desafiante: "no, gracias".

¿Tara mental?, ¿desconexión con el mundo?, no sabría definirlo, porque de verdad esa tuzudez escapaba a todo intento racional por dejar hasta ahí no más el asunto.

Debí recurrir entonces a lo irracional y a prestarle un poco de atención. Entonces escuché atento y sin interrupciones todo su discurso, y pude ver el alivio que este personaje sentía, no de hablar conmigo, sino que por cumplir una especie de misión.

Y me preguntó entonces si creía, y le dije que sí, que creía en Jehova, y que al mismo tiempo le temía, porque la verdad es que había dedicado mi vida al culto de Satanás, el ángel rebelde, y a los argumentos de éste para reclamar, como fuera, los derechos que su severo padre le había negado eternamente...y justifiqué los males del mundo como una opción guerrillera en una especie de panorama político celestial.

"Es más, creo que he llegado a comunicarme con Satanás en una especie de altar que construí en el living de la casa. Si gustas entras y te muestro..", le dije con una normalidad que contrastaba con sus ojos de huevo frito y con un seco "no, gracias" que me dio como respuesta.

Y sólo Dios sabe cuanto alivio me produjo ver cómo se alejaba a paso acelerado y desaparecía en la esquina para siempre de mi vista.