6 nov 2008

Chivo

Sí sé que estoy loco, le dije, y comencé a caminar y caminar hasta que llegué aquí.

Lo que no me esperaba, eso sí, era encontrarme con esto. No tiene explicación, es inaudito, insólito, y todos esos nombres de viejos negocios de tela.

Pero el tiempo había pasado y entre que conversaba esto contigo y me distraía un poco mirando para otro lado mientras me dabas tus sesudas respuestas, habías simplemente desaparecido.

Era cuestión de esperar que volvieras, pensé, y seguí observando atento cómo entraban los rayos de sol por la ventana delatados por el polvo en suspensión.

Sin embargo, mas, pero, no volviste. Y hasta dudé que alguna vez hayas estado ahí, y en eso, de verdad, yo no tengo nada que ver.

¿Te das cuenta entonces cómo contribuiste a que me pasara lo que me pasó?, ¿no sientes en realidad que fuiste artífice de todo?.

Yo tengo la conciencia tranquila y mi alma en paz. Esa es la gracia de tener a quién echarle la culpa.

1 comentario:

Casa de Los Cuentos dijo...

Hola Gabriel

Al amanecer, antes de salir de casa, leo un cuento. Luego, dentro de una botella bien tapada lo lanzo al mar y así dejo un rastro para poder regresar. Preparo entonces un morralito y me voy de paseo por la red en busca de contadores de cuentos, letras nuevas, fabuladores, nuevos amigos, para aprender y compartir.

Esta semana la estoy dedicando a leer cuentos de escritores de Francia y me he encontrado cosas maravillosas que deseo compartir. Te invito para que pases por mi Casa, espero que lo que estoy leyendo te guste tanto como a mí.

Saludos desde Mérida-Venezuela.
Jabier.