11 feb 2009

Dudo

Yo dudo. De ti, de mí, de todos. No es vida cuando nada es seguro. Y cuando las únicas certezas son que el sol se va a esconder y que al otro día muy temprano va a salir -pese a que la verdad de todo es que el mundo da vueltas como un trompo- es que definitivamente está todo muy mal.

Y cuando digo “muy mal” es porque, sí, está todo “muy pero muy mal”.

Tanto así que he pensado en tirarme al vacío y quedar hecho “líquido” en el suelo, como dijo alguien por ahí. Pero dudo que pueda hacerlo y me atormenta que la duda se resuelva, como sea, en ese segundo y un poco más que transcurriría antes de reventarme contra el pavimento.

Por eso me contento –aunque no precisamente porque esté “contento”- con pasar horas mirando la distancia entre mi balcón y la calle, pensando en la textura de esa acera áspera y para variar dudando sobre si realmente estaré así por depresión o simplemente por lo nocivo de tener en exceso tiempo de ocio.